Iba yo de la mano de mi tío cuando vi en la calle, medio tapado por la tierra, un centavito, cuyo valor era la veinteava parte de la moneda Nacional, el Bolívar, y también la centésima parte de un Fuerte. El Fuerte fue, originalmente, la unidad monetaria según decreto del gobierno del año 1789, y se llamó El Bolívariano. Estaba hecho de plata 900. Por cierto que como era tanto dinero, al año swiguiente acuñaron otra moneda igual pero la llamaron Fuerte y decretaron al Bolívar como la unidad monetaria Nacional. Claro, era más fácil manejarse con éste, considerando los precios de las cosas, pues estaba subdividido, siendo la quinta parte de un fuerte, de la siguiente manera:
- Un Bolívar valía dos Reales
- Cada Real valía dos Medios
- Cada "Mediecito" valía cinco Centavos
Bueno, cuando vi el "Centavito" en el suelo, inmediatamente le pedí a mi tío que me esperara y lo recogí, le sacudí la tierrita, y pa'l bolsillo. Ello representaba para mi una merienda, que consistía en una "melcocha" que podría comer durante el recreo que nos daban en la escuela Mellado.
Mi tío se paró, dejó que guardara "mi" Centavo y me preguntó: - Hijo, ¿ese Centavo de quién es? - a lo que yo respondí que no sabía pero que ahora era mío porque yo me lo había encontrado.
De inmediato, sin continuar la caminata, me preguntó si yo no pensaba que el dueño del centavo estaría loco por las calles buscándolo, para comprar algo que necesitaba. No tuve más remedio que estar de acuerdo, y tirar el centavo al suelo justo donde lo había encontrado.
Mi tío, no contento con lo sucedido, continuó la caminata con mi mano agarrada y me comentó - Hijo, cada quién tiene lo suyo, ya sea porque lo compró, porque se lo regalaron, o por cualquier otra razón, y nadie debe quitárselo. De la misma forma, cada quién debe respetar y cuidar, si es necesario, lo que no es suyo, aunque no sepa quién es su dueño. Ese perrito que va adelante de nosotros, debe ser de alguien y él o va para su casa, o va en busca desu dueño. Nosotros no debemos tomarlo para nosotros sólo porque esté sólo, y llevárnoslo a la casa. Eso no es bueno, no es honesto, lo castiga Dios y a la gente, nuestros vecinos, no les gusta. Cuando lleguemos a casa te voy a explicar el "valor" que tiene, para una persona, ser honesta. Hay muchas cosas a las que la gente les da valor. Ese Centavo, por ejemplo, vale lo mismo que una melcocha y ese es otro tipo de valor-.
Yo me quedé como pajarito en grama, pero no se me olvidó, y en la primera oportunidad le pedí que me explicara más. Me contestó: - Bueno, ahora estoy ocupado, pero te prometo que cuando hagas otra cosa buena, continuaremos hablando sobre los diferentes tipos de cosas y acciones que tienen valor...-.
Orestes Gonzalo Manzanilla Sáez
